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Sistema de violencia en Europa, el día a día en Melilla.

La violencia policial es un hecho cotidiano en Melilla. La semana pasada, acompañamos a dos jóvenes al hospital después de que fueran apaleados, según nos contaron, uno por la Guardia Civil, y el otro por los empleados de una empresa de seguridad privada, Eulen. Uno de los jóvenes necesitaba puntos. Al otro le cuesta dormir por el dolor en las costillas, causado, según su testimonio, por patadas y palizas de porra. Una tercera persona, explica que fue apaleada por empleados de otra empresa de seguridad privada, Prosegur. Estos jóvenes se encuentran ahora legítimamente muy enojados y frustrados, y queremos actuar en solidaridad con ellos.


Acompañar a las víctimas de violencia policial al hospital no es solamente importante para la salud física de la persona. Ahí, obtenemos el informe médico que luego sirve para denunciar en los juzgados. Dos de las víctimas de la semana pasada ya han conseguido poner sus denuncias, pero tememos que retrasos, dificultades de comunicación con gente en situación de calle forzada, y el ambiente general de impunidad para las fuerzas del orden conducen a que la justicia quede aún muy lejana.


La violencia suele ocurrir en el puerto y sus alrededores, donde algunos de los jóvenes con quienes trabajamos hacen “risky”, intentando esconderse debajo de camiones o escalar el ferry para poder cruzar hasta la Península. Varios cuerpos de policía patrullan el puerto, la Guardia Civil, la Policía Portuaria y agentes de seguridad privada. Cada vez que hablamos con los jóvenes, nos muestran sus heridas de “risky”, cortes en la piel de las concertinas y moretones de las palizas. Incluso los que hablan muy poco castellano conocen la palabra “porra”.


Puerto de Melilla durante la noche

Sin embargo, la violencia puede pasar a cualquier hora, y en cualquier sitio. Con toque de queda desde las 10 hasta las 6 en Melilla, es más probable que jóvenes en la calle por la noche sean detenidos. En cualquier interacción entre jóvenes sin papeles y la policía, hay la posibilidad, aún más la alta probabilidad de violencia, y de que los policías abusen de su poder.


Queremos enfatizar que la violencia policial que se vive y de la cual somos testigos en Melilla es solamente una parte de un sistema europeo, hasta global, de violencia que afecta de manera desproporcionada a las personas racializadas, y particularmente a las personas en tránsito. No hay una frontera, que sea al confín o dentro de Europa, donde las personas en movimiento no viven acoso, discriminación racial, abuso y violencia física por parte de la policía. Melilla es un ejemplo solo.



Seguiremos apoyando a los jóvenes en movimiento que sufren esta violencia, ayudándoles en el proceso de las denuncias, acompañándoles al hospital, documentado y publicando los hechos, pero al mismo tiempo, compartimos una cierta impotencia enfrentados a tanta brutalidad organizada por el Estado.


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