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Ella


NUESTRO PRIMER CONTACTO


La conocí una noche de distribución. Junto con un par de voluntarias más fuimos a comprobar que las personas que vivían en ese colegio abandonado estuvieran bien. Solíamos ir de noche ya que se encontraba en un lugar muy céntrico y había riesgo de que los vecinos llamaran a la policía.


Cuando entramos me la encontré junto con un grupo de cuatro chicos marroquíes. Hablaba un francés perfecto. Me pidió porfavor si les podíamos dar un saco de dormir y una muda de ropa interior.


Mañana nos vamos al Game


Tenían casi todo listo; un sinfín de localizaciones guardadas en el Google Maps de su móvil, las mochilas con algo de comida, algo de ropa y una batería portátil totalmente cargada.


Volvimos al cabo de una hora con lo que nos habían pedido. Le di mi número de teléfono y le pedí que contactara conmigo en caso que les pasara cualquier cosa. Era una de las pocas mujeres en Sarajevo que estaba en situación de calle, ya que las pocas que hay aquí viven en el campo.


Perdí su contacto durante un tiempo.


En Sarajevo seguíamos con lo nuestro; nuevas llegadas, salidas, actividades deportivas, duchas, repartos, servicio de lavandería, vigilancia en la estación de tren, etc.


El trece de marzo recibo un mensaje de voz dónde me cuenta que la policía los ha atrapado.


Buenos días hermana, nada más cruzar la frontera de Croacia nos ha pillado. Son unos ladrones. Les han cogido los teléfonos a todos, han pegado a los chicos. No se si serían capaces de pegarme a mí porque han pegado a todos los chicos que son buenos. Nos han robado el dinero y nos han amenazado con que nos van a matar”


No vuelvo a tener noticias suyas hasta pasadas 24 horas. Me manda una serie de fotos y vídeos donde aparece un grupo de personas de origen árabe y afgano. Puedo reconocer algunas caras. Entre el material que me envía sale un chico sosteniendo una botella de litro y medio llena de orina.


Nuestro lavabo”, describiendo la situación con un tono sarcástico. Se puede apreciar cómo se esconde el móvil en la chaqueta mientras intenta grabar la situación a escondidas.


Tras varios intentos fallidos de contactar con ELLA vuelvo a tener noticias al dia siguiente.


Me dice que vuelven a estar en territorio Bosnio, en uno de los pueblos fronterizos desde donde las personas en tránsito intentan cruzar hacia Croacia. Han renegado de ir al campo, por lo que han decidido descansar en una de las tantas casas abandonadas que hay por la ciudad.


EL REENCUENTRO


Tras varias semanas sin tener noticias suyas me encuentro a S., uno de los chicos con los que había intentado cruzar. Le pregunto por ELLA. Me dice que hace apenas una semana que han vuelto a Sarajevo. Consigo contactarla desde su teléfono.


Pasadas las dos del mediodía me dirijo a un café cerca de dónde me encontraba. Allí estaba.


Nos hizo mucha ilusión vernos de nuevo, yo al ver que estaba bien pese a su cara de agotamiento, ELLA por sentirse, quizás, apoyada por alguien a quien ya conocía.


Me cuenta que está cansada, que muchos de los chicos con lo que intentó cruzar lo habían conseguido, sin embargo ELLA estaba de vuelta, a cientos de kilómetros de su deseado destino: Italia.


Saco la grabadora de voz, una libreta y un bolígrafo. Se dispone a contarme todo lo ocurrido en el Game, bajo la mirada de S. y otro amigo suyo marroquí que está compartiendo mesa con nosotras.


EL GAME


El doce de marzo, sobre las 20:00 empezaron a caminar hacia lo que popularmente llaman el “jungle jungle”. Eran un grupo de seis hombres, todos ellos marroquíes menos ELLA, que es argelina.


Tras muchas horas de ruta por el bosque apareció un coche tipo Jeep 4x4 blanco con un gran “POLICIJA” en letras azules. Eran alrededor de las 9:30am. De él salieron cuatro policías uniformados de azul oscuro.


Entre risas y burlas en croata les preguntaron “Are you tired?


Les hicieron ponerse de rodillas a un metro aproximadamente el uno del otro en una misma fila.


En este momento ella se levanta de la silla y me hace una representación de cómo le hicieron ponerse, reflejando una posición de sumisión e inferioridad que refleja la vulnerabilidad en la que se vieron en aquel preciso momento.


Me deja un tiempo para que pueda anotar en mi cuaderno, lo más exacto posible, todo lo que me va contando.


Me sigue explicando.


Mientras un policía va pidiendo uno por uno que les den el dinero, los móviles y baterías portátiles, y metiéndolos en un saco negro, otro policía está haciendo una llamada por el teléfono móvil, tras la que, ocurridos menos de cinco minutos, aparece otro coche, esta vez con tres hombres vestidos totalmente de negro y pasamontañas.


Uno de ellos se dedicó a golpear con el pie las mochilas que había delante de cada una de las seis personas que componían la hilera humana.


Los hace levantar, uno por uno, ante la atenta y atemorizada mirada de todos, para ir a recoger lo que previamente con el pie había alejado unos pocos metros.


Fuck you””Fuck migrants””Stay in your country”


ELLA no habla apenas inglés, pero recuerda perfectamente qué palabras pronunciaron mientras veía cómo sus compañeros, y ELLA misma, eran empujados mientras recogían sus pertenencias.


Les hicieron subirse en el segundo coche que había llegado, empujándoles con un palo y, justo antes de entrar por la puerta trasera, golpeándoles fuertemente en la espalda. Uno por uno, escuchándose tras cada golpe un “Go!


Recuerda que el camino fue de unos treinta minutos aproximadamente. Le pregunté los detalles de cómo fue la conducción, ya que había escuchado otras historias similares y necesitaba saber con concreción hasta dónde había sido capaz de llegar, esta vez, la maquiavélica estrategia de ese grupo de policías.


“El aire acondicionado estaba muy fuerte. Hacía muchísimo frío. No veíamos nada. Conducían a trompicones por lo que nos íbamos golpeando constantemente entre nosotros y contra las paredes y reja trasera del coche. De vez en cuando abrían una pequeña ventanita que separaba la parte del conductor de la trasera, se veían unos ojos asomarse y volvían a cerrar”.


Llegaron a una comisaría de policía en un pueblo del que no tiene ningún tipo de información. Les hicieron entrar en una habitacion donde habia un grupo de quince personas de procedencia afgana y paquistaní.


“La habitación estaba muy sucia. Hacía mucho frío dentro. Estábamos todos en el suelo. No había nada en las paredes, solo pintadas a bolígrafo con mensajes en diferentes idiomas y firmas de los migrantes que habían estado ahí”.


En ese momento me mencionó el vídeo que me mandó varias semanas atrás. Me lo hizo buscar en mi galería. En efecto, podía ver cada uno de los detalles que me estaba describiendo en la pantalla de mi móvil.


Me comenta que estuvieron una hora ahí metidos, en esa habitación fría y sucia. Fue entonces cuando una de las puertas se abrió y a grito de “HAJDE!” (palabra bosnia que significa vamos) les hicieron subirse a un coche.


ELLA me miró. Me dijo algo parecido a “ahora viene lo peor”.


Me cuenta cómo se vieron encerrados las veinticuatro personas en ese cubículo y, haciendo un gesto simulando cómo una llave le da el contacto al motor de un coche, me dice: “Encendieron el coche. Sin arrancarlo. Pusieron el aire acondicionado muy fuerte. Estuvimos ahí dentro como sardinas, muriéndonos de frío durante dos horas. Los chicos golpeaban las puertas pero nadie nos ayudaba”.


Transcurridas las dos horas, el coche arrancó y, conduciendo de la misma forma explicada anteriormente, se paró justo antes de cruzar a territorio bosnio, a unos diecisiete kilómetros de Bihac. Les hicieron bajar del coche. Un policía estaba delante del grupo y el otro se puso detrás, escoltándolos unos cien metros hasta llegar a una hoguera que había ahí en medio de la montaña. Les hicieron tirar su mochila al fuego y entre gritos de “HAJDE” y “FUCK YOU” les forzaron a marcharse del territorio croata y ser devueltos ilegalmente a Bosnia.


Pasan unos minutos en silencio. Sólo se oye la música del bar de fondo. Están los tres cabizbajos haciendo pequeños movimientos de afirmacion y negacion con la cabeza, como si corroboraran todo lo contado y expresaran físicamente lo difícil que es cruzar esta frontera que tanto conocen.


“No tenemos suerte”.


Sus ojos reflejan una mezcla de coraje y desaliento. Lo que empezó siendo un propósito de alcanzar una vida digna en Europa se está convirtiendo en un sufrimiento de más de seis meses que está trayendo consigo una profunda desesperación que les lleva a arriesgar sus vidas a cada intento de pisar territorio Schengen.


Tanto ellos como cada una de las personas que estamos intentando aportar nuestro grano de arena en esta parte del mundo nos preguntamos cómo se puede ser capaz de torturar a alguien, cómo puede ser que Europa esté siendo testigo de este drama silenciado, cómo alguien puede tener la conciencia limpia después de haber utilizado la violencia contra una mujer embarazada o un niño de unos siete años de edad.


Me pregunto en qué momento hemos aceptado que se inviertan desorbitadas sumas de dinero en sicarios de estas mortíferas fronteras; en qué momento alguien es capaz incluso de disparar a otro alguien con la premisa de “proteger” un país de un peligro tal como un ser humano con ambición de alcanzar una vida digna.


Nos dedicamos a recoger sus testimonios, a recolectarlos junto con otras compañeras que se encuentran en diferentes puntos del país, a intentar buscar una estrategia de denuncia común que haga visible la atrocidad y la constante violación de los derechos humanos que está ocurriendo en los Balcanes, pero parece que el grito de ayuda no es lo suficiente morboso o llamativo para generar un cambio. Cada dia que pasa son más las historias como las de ELLA, cada vez son más las historias de devoluciones en caliente que practican en este punto del mapa, con unas estrategias tan macabras que, en algunos casos consiguen que muchos desistan en su sueño, dándoles una bofetada en la cara al ver que EUROPE IS NOT PARADISE.


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