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Carta de una melillense no reconocida

Buenas a todos y todas,


Me llamo Ikram B., soy de Melilla y tengo 21 años, soy la tercera de 4 hermanos, dos hermanos mayores y una hermanita.



Mi historia es muy parecida a la de muchas, nací en una ciudad con racismo y sin privilegios. Me catalogo como “una melillense no reconocida”, ya que al fin y al cabo es lo que soy, pese a que sé hablar perfectamente el castellano (porque es MI idioma) y haber nacido en Melilla no soy lo suficientemente española para X personas. Por eso y porque Melilla es una ciudad fronteriza, yo a día de hoy estoy en una situación irregular ya que tengo pasaporte marroquí y apenas posibilidades de pedir la residencia (y si la pides te piden cualquier otro papel que es imposible de conseguir; para pedir la residencia uno de los requisitos es tener padrón y el padrón te lo deniegan por tener pasaporte... además del malísimo trato en las oficinas).


A mis 21 años hice lo que pude para ser “normal”, estudié en el único centro de enseñanza donde se permitía matricularse con pasaporte, no era un colegio como tal ya que no estaba avalado por el ministerio de educación español pese a estar en Melilla. Fue un poco dura esa época ya que no eran las mejores instalaciones, ni los mejores profesores, ni compañeros... pero estaba en Melilla y para mí eso era suficiente.

(Pd: no era suficiente)


En ese centro se enseñaba árabe también, lo cual era un plus para mis padres ya que querían que aprendiese a hablar y manejar el árabe, porque, pese a que siempre hemos vivido en Melilla sabían que en algún momento nos tendríamos que ir. Mis padres no querían que yo acabase como mis tías o mi madre, siendo chacha de alguna zarrumesht (“mujer cristiana”)... -Tu inchallah te vas a casar, vas a tener tu familia y tus niños, no tendrás que limpiarle la mierda a nadie- esta frase no solo me la dijo mi madre, sino que también mis tías, TODAS, y cabe recalcar que tengo 5.



Mi último año en el centro fue una pesadilla, ya no era por el bulliyng por parte de mis compañeras, ya que habíamos hecho las paces y ya éramos “amigas”. Era por la presión mediática, ya que en esa época los profesores de ese sitio y los métodos que usaban eran bastante poco ortodoxos. Os pongo en contexto; como siempre íbamos a una clase, hacíamos actividades, luego recreo; algunos comen, otros juegan y otros se pelean... se acaba el recreo y vuelta a clase... Tocaba clase de árabe, la verdad es que el profesor nunca fue malo conmigo, de hecho, alguna que otra vez me habría puesto un 3 o un 4 en las notas generales de árabe sin yo saber ni siquiera el abecedario. El árabe me parecía un idioma súper complicado y no me gustaba, con lo que, no se me metía en la cabeza...


Llegamos a clase y todo iba normal, yo en ese entonces me senté con un compañero al que veía muy “mono”. Estábamos todos recitando el Corán excepto un chico que estaba con su blackberry. En un momento de la clase no sé cómo, se torció todo. De repente el profesor se encontraba encima de mi compañero pegándole con una goma de manguera y mi otro compañero grabándolo, la verdad, no me sorprendió, es decir, no era algo de ese día nada más, esas cosas siempre pasaban. No era solo en esa clase, ni en ese curso, era algo que hacían casi todos los profesores, por suerte yo nunca llegué a probar esa goma ni a llevarme mal con ese profesor… Yo me llevaba mal con el profesor de quinto, ahí sí que me dieron, pero gracias a dios no era con una goma, sino que era una simple regla.


Era tan normal que nadie pensó que al día siguiente saldríamos en todos los telediarios[1]. Esas semanas fueron un infierno, cámaras por todas partes, periodistas, nuestro compañero nos contaba que lo acosaban para que hablara o diera algún titular... No me acuerdo muy bien si el colegio cerró o siguió ya que yo me tuve que ir...


Recuerdo aquel día como si fuera ayer, estábamos mis padres y yo en el coche de camino a Marruecos y ellos estaban comentando lo que había sucedido en el colegio y que para nada el profesor era malo, que estaba bien tener mano dura, pero siempre con límites. Lo siguiente que hizo mi padre fue mirarme y preguntarme - ¿a ti algún día te pegó? - a lo que yo negué y él me volvió a preguntar - ¿seguro? - le volví a decir que no y que si me hubiera hecho algo ya se lo habría dicho. Al parecer esa conversación le pareció el momento oportuno para decirme que como pasó eso y como había suspendido sexto, me iban a sacar de ese centro, que les gustaría que siguiera estudiando pero que como no se puede por temas de papeleo tendría que dejarlo, ya que volver allí no era una opción.


Los siguientes años fueron un poco duros ya que estuve en mi casa de Marruecos y poco más, no iba al colegio, estaba en un pueblito muerto sin apenas casas ni niñas con las que jugar. Pasaba los días viendo la tele y molestando a mis tías. Yo era el ojito derecho de mi abuelo, siempre que iba a la tienda me traía un pastelito, siempre, nunca fallaba. A veces cuando él estaba sentado arreglando algo en el patio descubierto que había en mitad de la casa, yo iba a mirar y molestar y él siempre acababa cantándome la vaca lechera (jajajaja). Por la noche, a eso de las 22h en Clan ponían nuestra serie preferida: EMBRUJADAS. Eran tres hermanas que vivían juntas y se enfrentaban a los monstruos para salvar al mundo. Mi abuelo casi siempre acababa roncando en la cama, y yo a su lado, en el suelo, viendo como esas tres mujeres empoderadas ganaban y mataban a los demonios que les querían quitar el libro de las sombras. Parece una tontería pero para mí lo era todo…


Hace unos meses me compré el libro de Safia, “Hija de Inmigrantes”, libro con el que me he sentido muy identificada y que me ha llevado a escribiros esta carta. Leer este libro ha sido terapéutico, me removió sentimientos que ni yo sabía que tenía; momentos que hasta que me puse a pensar más detenidamente, ni me había dado cuenta que había vivido, me sorprendió como podía olvidarme inconscientemente de recuerdos que dolían.


Hasta hace poco, sinceramente creía que el problema era yo, que la única rara que sentía que no encajaba era yo, que simplemente tenía mala suerte. ¿Por qué no podía ser normal? ¿Es decir, cuál es la diferencia entre Laura y yo? Si es por religión ¿entonces mi prima porque si está estudiando, tiene amigas, le mandan tareas, va de excursión, viaja, y yo no?



Luego me di cuenta de que el problema no era yo, de que había más gente como yo, más gente en mí misma situación, prácticamente media Melilla estaba como yo. Lejos de alegrarme por no estar sola, me entristeció... como pensar que más gente habría pasado por mí misma situación, como había tantas personas en situación irregular y sin derechos básicos... os hablo de cuando tenía 18 años, ahora tengo 21 y sin embargo no ha cambiado nada, y si cambió algo fue a la fuerza. Gracias al COVID y porque cerraron la frontera... En mi opinión el único cambio notable o que para mí ha sido como un rayo de luz, es que los menores con pasaporte puedan estudiar en colegios españoles. Pero no es todo tan fácil como se escucha, siempre hay pegas.


El primer año que se pudo yo me enteré tarde, fui al Ministerio y todo eran pegas, simplemente no se podía, no me dieron ni una razón. Mi hermana de 7 años tenía que volver a ese “colegio” del que yo tuve que salir. Este año con el apoyo de Solidary Wheels, estamos más cerca de que mi hermana pueda tener una educación digna, y sobre todo sin yo tener que cabrearme cada dos por tres en ese centro. Me hierve la sangre cada vez que lo recuerdo, por dios, en la época de pandemia todo se colapsó y entiendo que se tomarán decisiones un tanto raras, pero joe ahí mil aplicaciones para dar clase telemáticamente y mi hermana que en ese entonces estaba en tercero de primaria, tenía clase por WhatsApp. Y vale, si fuera de otra forma (más profesional) lo aceptaría, pero es que, además, la profesora solo le mandaba un audio por un grupo y ya. Tenía que hacer yo de profesora, ya que mi madre no había estudiado mucho, y había cosas que ni yo entendía y teníamos que preguntarle, pero es que, ni una mísera videollamada para mirar cara a cara a los peques o intentar explicarles algo de una forma más cercana, más cómoda, algo que hiciera más amena la situación que estábamos viviendo. Y cuando ya pasó todo eso y volvieron a abrir el centro de nuevo ya había pasado casi un trimestre y un día y me di cuenta de que mi hermana casi nunca hacía tarea y le pregunté - ¿Qué tal el colegio? ¿Cómo te va? ¿Qué habéis hecho hoy?- y me dice- estamos repasando los libros de 3º porque aún no tenemos libros.



No puedo expresar con palabras la rabia que me dio escuchar eso, ósea, llevan 1 año perdido, se pierden casi un trimestre y para colmo la niña está estudiando sin libros y sin que le manden tareas para reforzar el año pasado. Evidentemente al día siguiente me fui al colegio a quejarme, ¿cómo es que un colegio que tiene a cargo la educación de menores no cuenta con los libros necesarios para impartir las clases?


A pesar de la rabia, me quejé desde la educación y con buenas formas, no porque yo quisiera hacerlo así, yo solo quería poner el grito en el cielo, la niña me decía que en pleno cuarto de primaria estaban estudiando los meses del año. Me tenía que quejar de una forma muy mansa, porque lo último que quería era perjudicar a mi hermana. Ya me pasó cuando yo estudiaba ahí, un día mi profesora en aquel entonces dijo una palabrota (me cago en tus muertos) y yo se lo conté a mi madre a modo de gracia. Mi madre se quejó indignada ya que, ¿qué hace una niña de cuarto escuchando eso en clase?


A la vuelta a clase, de repente entra la profesora cabreada, porque claro, le habían echado la bronca. Se puso enfrente de la clase y dice – ayer alguien se quejó, porque dice que yo dije una palabrota, lo cual es mentira... yo ya se quien fue, pero quiero que lo diga- la clase entera se quedó en silencio, yo por miedo a que me descubrieran levante la mano, me justifique diciendo que era una broma. Pero eso no hizo que ella dejara de estar enfadada. Lo siguiente que dijo no iba dirigido a mí si no a la clase, lo cual me daba más miedo todavía - que nadie le hable a esa niña, si alguien le habla suspende- al escuchar eso me quede en shock, con lo que me costó hacer amigos después de todo el bullying, después de todas las peleas, había llegado al mismo punto. Estar sola.


Ese momento creo que fue uno de los peores que pase en ese colegio, y mira que hubo muchos malos momentos. Después de esa amenaza y de que toda la clase se diera la vuelta para mirarme. Ya está. Así de fácil fue que volviera el bullying, la ansiedad y el insomnio... me tiré una semana enfadada con mi madre por eso, le echaba la culpa a ella, gracias a mi madre yo era la chivata.


La vida es injusta, por decir la verdad se me culpo a mí, por defender a su hija culpe a mi madre, y la profesora a día de hoy sigue dando clase en ese colegio, en el mismo colegio que estudia mi hermana. Odio ese colegio con toda mi alma y no quiero que mi hermana este ahí, pero más odio que mi hermana se quedara sin educación. No me perdonaría que ella el día de mañana se encantarse como yo, con 21 años y sin haber acabado primaria. Mi hermana es pequeña, todavía no tiene la suficiente madurez como para que decida por ella misma si quiere estudiar o no, y siendo sincera, aunque no quisiera no le dejaría dejar los estudios. Ella es MI responsabilidad, te puedo jurar wellah que haré todo lo que pueda y más por darle a ella todo lo que yo no tuve.


Te juro por lo que más quieras que no voy a permitir que dependa de nadie, que nadie hable por ella, ni decida. Ella tendrá su propia voz, su propia fuerza, su propio camino, su vida es suya y no sé qué quiere hacer con ella, pero eso dependerá solo de ELLA.



Yo sé que no predico con el ejemplo, he dejado muchas veces que me griten, que me pisen, que me traten como a una tonta y todo delante suyo. Pero cuando el sistema ha estado toda tu vida diciéndote que eres diferente, que no eres normal, que da igual como seas y lo que hagas, siempre va ha haber una diferencia, es muy difícil tener el valor y la constancia de decir NO, e ir contracorriente.


Tal vez lo esté haciendo algo mal, no sé, me doy cuenta que mi hermana cuando está jugando con otras niñas le pasa lo mismo que yo cuando reacciono, y no es normal, puedes ser introvertida y tener voz. A veces en el parque prefiere sentarse conmigo en el banco que ir a jugar con las niñas o relacionarse, me dice que son muy niñas, muy diferentes. No se siente niña y eso que ¡lo es! No quiero que madure ya, todavía no le toca. No quiero que cargue con ninguna responsabilidad ni que se excluya. Es un sentimiento que da asco, me pasa SIEMPRE, es muy frustrante estar andando por la calle y compararte a cada rato con esa chica o con esa; pensar si estas bien vestida; si eres normal o no; si pareces moruba o europea. Y ya no es solo en la calle, conozco a muy buenas personas, a amigas, amigos, hasta novios... siempre me comparaba, me preguntaba si estaban conmigo por pena, por ser fácil, por diversión, porque claro pudiendo estar con una chica “normal” ¿qué hacían conmigo?


Siempre me he sentido así y sin embargo nunca lo hablé con nadie, no sé si nunca lo hice por vergüenza o porque no quería dar pena, o por ambas. Se lo comenté hace unos días a mi amiga de Solidary Wheels, se supone que las dos nacimos en España, tenemos las dos 20 y pocos, las dos conocíamos a Solidary, ella por su vocación y yo por mi necesidad. Lo que a día de hoy no consigo que desaparezca es el sentimiento de pena, cada persona que se me acerca, pienso que lo hace con pena; si me invitan a algo, es por pena; si estoy saliendo con alguien y me deja, es porque no soy normal, y si no me deja, es por pena. Imagínate estar con ese pensamiento siempre durante tantos años, es muy cansino.


El tema amoroso es otro que no suele pasar desapercibido, pero a mí me dio bastante duro... y como todo en la vida, tiene relación con el papeleo, (o eso creo yo) estuve con mi ex durante 1 año. Era una parte importante de mí, me daba apoyo y cariño. Todo iba perfecto, mi familia lo sabía, la suya también y decidimos formalizarlo yendo de visita en el Eíd (la pascua pequeña), creía que no me juzgarían ya que su madre estuvo en una situación similar a la mía. Pero sí lo hicieron... me enteré unas semanas más tarde de que simplemente su familia no nos veía juntos. Lo que tanto había temido estaba pasando, me estaban juzgando, dejando, rechazando y rompiéndome el corazón.



A día de hoy llego a la conclusión de que fue por mi documentación, porque a lo mejor pensaron que solo quería estar con él por los papeles, a lo mejor creían que me quería aprovechar de él. No saben que tuve que repetir mil veces a cada abogado al que iba, que NO me interesa casarme, que NO era una opción, que si me casaba NO sería con esa intención. Claro que no lo sabían, porque no me conocían, ni me dieron esa oportunidad. Se ha normalizado tanto el hecho de casarse por los papeles que directamente si estás indocumentada y saliendo con alguien con documentación solo puede ser por interés. Eso sucede porque el sistema no ofrece otra vía de regularización y muchas personas se ven forzadas a optar por opciones del tipo “hecha la ley hecha la trampa”.


Esto les pasa a muchas mujeres que se encuentran en la misma situación que yo, no las conozco, no me conocen, solo tenemos en común nuestra situación documental, pero aún así siento que estamos unidas, por la similitud de nuestras vidas, unidas por el racismo y los traumas que esto causa. Me voy a dormir con el corazón partido, pero con la conciencia tranquila.


Me parece injusto y me cabrea bastante que yo, aunque sea igual que las demás personas, me tenga que esforzar el doble, me jode estar en este momento mal por culpa de todo esto. No paro de tener ataques de ansiedad, de llorar, de comer y de perder peso, ya ni siquiera puedo trabajar... he pasado de coser 3 canduras al día a hacer una al mes porque cada vez que pienso en coser se me viene el mundo encima, no sé cuál es el motivo, pero no me puedo permitir que pase, no puedo volver a depender de mi madre, no puedo ser una carga para ella. El caso es que, intento estar bien pero tampoco puedo, entonces me estreso más y acabo hundiéndome... supongo que ahora solo queda que las cosas se pongan mejores poco a poco. Pero bueno... como dijo Nathy Peluso: Me tocó aprender de lo que no me merecía.


Sí se puede, aunque todos te digan que no.

De una melillense no reconocida,


Para vosotras


Ikram B.






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